Lee los testimonios de Martin y Jernej, dos jóvenes estudiantes alemanes, que visitaron Tierra Santa este agosto con un grupo de amigos universitarios y ya no pueden ver las cosas como antes.
Martin, estudiante de física, Universidad de Heidelberg:
Visitar Tierra Santa fue una experiencia enormemente enriquecedora para mí. Aunque me preocupaban las altas temperaturas, los problemas políticos y los carteristas en las calles, Tierra Santa y sus diversos pueblos resultaron ser unos anfitriones muy acogedores y amistosos para nuestro grupo. Estuvimos durante dos semanas a finales de agosto. Mientras, un grupo de universitarios alemanes que dirigía, hizo su visita a las costas de Tierra Santa.
“Tuve la tentación al principio de participar en los argumentos religioso-políticos aparentemente insuperables en los que está involucrada esta tierra. Sin embargo, la mejor lección que aprendí aquí fue la importancia de escuchar atentamente, sin prejuicios”.
Impulsado por el deseo de hacer una peregrinación bajo el leitmotiv del (quinto) Evangelio, la experiencia espiritual en Israel jugó un papel importante para mí. Caminar por los senderos que Jesús pudo haber recorrido, ver los paisajes que Jesús pudo haber visto, oler los olores que Jesús pudo haber olido, los relatos bíblicos que había escuchado o leído en numerosas ocasiones se volvieron curiosamente reales. A pesar de la falta de experiencias carismáticas profundas, estaba inmerso en la acción real de la Sagrada Escritura. La normalidad y la humanidad de los eventos del Evangelio se hicieron mucho más vivos y tangibles, como la pesca de Pedro y su hermano Andrés en el lago de Galilea cuando Jesús los llamó a seguirlo, o la enseñanza de Jesús en la sinagoga de Cafarnaun un sábado.
Empecé a preguntarme: ¿cómo serían los barcos en los que trabajaban esos dos hermanos? ¿En qué pensaron las personas que los vieron ese día? ¿Ese día en Cafarnaún fue tan caluroso y húmedo como lo es hoy? A través de la normalidad de los relatos del Evangelio, llegué a comprender su carácter extraordinario: que, en su mayor parte, es en medio de lo mundano donde uno puede buscar y encontrar a Dios.
Otra dimensión fascinante de nuestra visita a Tierra Santa fue nuestra exposición a la situación política. Tuve la tentación al principio de participar en los argumentos religioso-políticos aparentemente insuperables en los que está involucrada esta tierra. Sin embargo, la mejor lección que aprendí aquí fue la importancia de escuchar atentamente, sin prejuicios, y que la verdad–aunque absoluta–puede ser de hecho muy compleja.
Entonces, ¿deberían los jóvenes visitar Tierra Santa, seguir los pasos de los personajes bíblicos, exponerse a la belleza del país y tratar de comprender las tragedias que ha sufrido su gente? Diría, no sólo los jóvenes, sino todos. Es el lugar donde lo nuevo se encuentra con lo arcaico, y lo arcaico desborda de sabiduría. Hay sabiduría histórica que aprender, hay sabiduría política que aprender y, sobre todo, hay sabiduría espiritual que aprender. Y ello para que luego pueda ser aprendido, disfrutado y transmitido.
Jernej, Física y Matemáticas, Universidad Libre de Berlín:
Confieso que tengo lo mejor de ambos mundos. Puedo explorar la verdad en un sentido espiritual y mundano, entendiendo a Jesucristo como una persona, así como la creación de Dios a través de fenómenos naturales. Mi peregrinación a Tierra Santa también se dividió en dos en el sentido de que tenía que estudiar cuando podía cada día, ya que tenía trabajo de la universidad que terminar durante nuestra estancia en Tierra Santa.
“Escuchas y sientes lo que los discípulos de la época escucharon y sintieron. El viento fresco bajo un sol ardiente; la subida incómoda a una montaña para escuchar predicar al Maestro; el olor refrescante del mar a la sombra de los olivos”.
La verdad es que, aparte del choque cultural, el viaje fue un encuentro espiritual muy intenso con Dios y el Evangelio. Ha pasado ya un mes desde nuestro viaje, pero aún no he podido procesarlo todo. Teníamos un grupo bien organizado acompañado por un sacerdote que nos atendía muy bien.
Durante el viaje, lo más increíble no fue la belleza impresionante de las iglesias construidas sobre los Lugares Santos, sino comprender lo que significa ser un personaje más en el Evangelio. Esto requiere una explicación. Estábamos allí, donde estuvo Jesús mismo, donde los apóstoles lo siguieron, donde tuvieron lugar las historias del Evangelio. Cuando se establece el escenario de fondo, es más que fácil imaginar las historias reales que se desarrollan allá. Además, no eres un espectador distante, estás involucrado en la historia. Estás allí, escuchas y sientes lo que los discípulos de la época escucharon y sintieron. El viento fresco bajo un sol ardiente; la subida incómoda a una montaña para escuchar predicar al Maestro; el olor refrescante del mar a la sombra de los olivos.
Estoy seguro de que la mayoría de la gente dice que su experiencia más profunda en Tierra Santa fue en la Iglesia del Santo Sepulcro. Yo no. Ahí es donde todos abandonaron a nuestro Señor cuando se estaba muriendo por nuestros pecados. Ahí es donde tú y yo también lo abandonaríamos. Para mí, lo más cercano que sentí al Señor fue cuando nuestro sacerdote celebró la Misa en la cueva de los apóstoles. Ahí es donde el Señor dejó a los apóstoles para orar en el jardín de Getsemaní. Realmente está a un tiro de piedra. Es donde Él estaba cerca de ellos, pero rezando por la humanidad – es donde yo más sentía que tenía sentido ser Su discípulo. Es donde me quedo dormido y Él viene una y otra vez para despertarme y decirme que esté con Él.
Por último, la visita al Saxum Visitor Center al final de nuestra estancia en Jerusalén nos ayudó bastante. El centro te permite volver a experimentar tu viaje de manera concisa y te brinda la oportunidad de conectar todos los puntos de manera interactiva que has visto en Tierra Santa.
Para concluir, me atrevería a sugerir que entre las obligaciones indicadas por la Iglesia se debiera incluir una visita a Tierra Santa. Porque ahí es donde percibimos a nuestro Señor en el que fue su hogar en la tierra.