Continuamos con la serie de artículos sobre el lago de Galilea. En el primero analizamos “El mar de Galilea y su clima” y en el segundo “Los vientos del lago de Galilea”. Los vientos más fuertes producen tormentas, y como señala el Evangelio, al menos en dos ocasiones el Señor mostró tener dominio sobre la naturaleza y calmó el fuerte viento del lago.
Como cuenta san Lucas (8: 22-25): “Un día subió él a una barca junto con sus discípulos y les dijo: «Vamos a cruzar a la otra orilla del lago»; y se hicieron a la mar. Mientras iban navegando, se quedó dormido. E irrumpió sobre el lago un torbellino de viento, se hundían y estaban en peligro. Entonces se acercan a él y le despiertan, diciendo: «Maestro, Maestro, ¡que perecemos!». Y él, despertándose, conminó al viento y al oleaje del agua, que se apaciguaron, y sobrevino la calma. Y les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?». Ellos, por su parte, llenos de temor y admiración, se decían unos a otros: «¿Pues quién es este que da órdenes incluso al viento y al agua y lo obedecen?».”
También nos relata san Juan (6:16-21) cómo “Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban”. Este episodio, también lo relata san Mateo (14, 22-33) y san Marcos (6, 45-52) y añaden un detalle importante y es que además de caminar sobre el agua, “entró en la barca con ellos y amainó el viento” (Mc 6, 51).
En este trabajo describiremos las tormentas del lago de Galilea que se dan actualmente, pues muy probablemente sean del mismo tipo que las de la época de Jesús.
Las tormentas del lago de Galilea proceden de tres direcciones, del Este, del Sur y del Oeste.
Las tormentas más fuertes que se dan provienen del Este. La tormenta descrita en Lc 8, 22-25 y sus paralelos en Mateo y Marcos parece una descripción detallada de una tormenta del Este del Lago. Este viento se conoce como Sharkia (shark significa Este en árabe). Estas tormentas que suelen comenzar al comienzo de la tarde y siguen produciendo hoy día aprehensión en los pescadores locales (Mendel Num, 1985). Un buen ejemplo de estas tormentas es la que ocurrió el 11 y 12 de marzo de 1992 (Figura 1). En este caso los vientos alcanzaron los 50 km/h.
De menor intensidad son las tormentas de componente Sur. Estos vientos superan los 30 km/h y, como ya comentamos en nuestro anterior artículo (Los vientos del lago de Galilea, Figura 1), al provenir del desierto es muy cálido y trae muchas partículas en suspensión.
Por último, resultan también muy peligrosas las tormentas de componente Oeste, pues se forman de repente. “En los estrechos, largos y retorcidos wadis de esta zona semimontañosa del lado occidental del mar de Galilea se forman con toda rapidez rachas de viento, se introducen con toda fuerza entre los escarpados barrancos y caen con creciente poder sobre el lago, situado a 200 m bajo el nivel del mar. En pocos minutos estas rachas de viento transforman la superficie lisa del agua en una caldera hirviente y rugiente. Con poderoso ímpetu se precipita la tormenta sobre el pequeño mar de Galilea; el huracán choca contra las montañas que cierran la orilla oriental del lado y se une aquí con los vientos que siguen soplando, de modo que en un instante puede formarse un huracán” (Wilkem, K.E. 1956).
Jesús, creador del cielo y de la tierra, demostró tener dominio sobre los fenómenos naturales más intensos del lago de Galilea, calmando algunas tormentas para el crecimiento de fe de sus discípulos y la nuestra.
Por padre Alfonso Sánchez Lamadrid