Un recorrido por las Profecías de la Capilla de la Crucifixión del Santo Sepulcro: Daniel 9,26; Isaías 53,7-9 y Zacarías 12,10.

Mar 21, 2025

Iglesia del Santo Sepulcro, Jerusalén

Iglesia del Santo Sepulcro, Jerusalén

El eco profético de Zacarías 12,10 y la obra redentora de Cristo

Nos encontramos la profecía de Zacarías (s. VI a. C.), donde el derramamiento del Espíritu Santo, el reconocimiento de aquel que fue traspasado y el lamento sobre él, se alinean con los eventos de la crucifixión y la obra de redención cumplida en Jesucristo.

Leemos en Zacarías 12,10: «Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración, y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron. Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito.»

Zacarías por Jojojoe

Zacarías por Jojojoe

Veamos cómo se puede interpretar este pasaje en términos mesiánicos:

“Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración”. En esta primera parte se alude al derramamiento del Espíritu de gracia y oración sobre la Casa de David y los habitantes de Jerusalén. Se trata de la promesa divina de enviar el Espíritu Santo, un evento que encuentra su realización en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos de Jesús (Hechos 2,1-4; cf. Juan 20,22-23).

La frase “y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron”, constituye el corazón mismo de la profecía y establece un vínculo inquebrantable con la figura de Jesucristo. En efecto, la referencia profética a la crucifixión de Jesús, que fue traspasado por los clavos en la cruz y, finalmente, por la lanzada en su costado (cf. Juan 19:34-37) resulta clara. 

Por otro lado, la expresión «volverán sus ojos hacia mí» sugiere un reconocimiento retrospectivo por parte de aquellos que infligieron las heridas (Hechos 2,37: “Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? ”).

Y finalmente: “Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito”. Este llanto y duelo, equiparables al dolor experimentado por la pérdida de un hijo único o primogénito, se interpretan como las manifestaciones de arrepentimiento y reconocimiento contrito del sacrificio de Jesucristo (cf. Hechos 2, 37-41). Pero hay más, este dolor se magnifica por la referencia indirecta al sufrimiento de María, testigo de la agonía y muerte de su hijo amado -único- en la Cruz: “Estaba de pie su madre” (Juan 19,25-27).

Así, el pasaje de Zacarías 12,10 emerge como un testimonio elocuente de la profundidad del sacrificio de Jesucristo y del arrepentimiento que inspira, estableciendo un vínculo eterno entre el perdón divino y la redención de la humanidad: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado» (Romanos 5,5).

La Dolorosa en el Calvario Jerusalén

La Dolorosa en el Calvario Jerusalén

En conjunto, el recorrido por estas cuatro profecías bíblicas (Daniel 9,26, Isaías 53,7-9, Salmo 22 y Zacarías 12,10) nos ofrece una visión profunda y conmovedora de los eventos que rodearon la crucifixión de Jesucristo. La experiencia de meditar en estas profecías mientras se contempla el lugar físico de la crucifixión proporciona una conexión tangible entre la Escritura, la historia, la fe y la espiritualidad cristiana.

Por don Rafael Sanz, sacerdote

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