Cuando nace Jesús en Belén de Judá, tres son las culturas que conviven en Israel. Por un lado, está el pueblo de Israel que lleva 1.800 años de civilización. Su origen es un pueblo nómada que comienza en Abraham y que, guiado por Yahvé, es conducido desde la esclavitud en Egipto hacia la tierra prometida. Es el único pueblo monoteísta en ese momento.
Por otro lado, están dos grandes culturas, la griega y la romana, que poseen la máxima cultura la una y el poderío económico y militar la otra. Ambas son politeístas, pero socialmente descartan a los débiles y a los pobres los usan para trabajos serviles o humillantes.
Son los apóstoles los que aportarán a las tres culturas una nueva forma de entender el hombre, el trabajo y la sociedad, que se extenderá rápidamente por todas las naciones. Esta rápida expansión del cristianismo a pesar de las persecuciones que sufren los cristianos, humanamente se apoya en el impacto que tiene su ejemplo y predicación.
Ellos predican a un crucificado y se distinguen por su cuidado del débil: las viudas y los huérfanos. Los Hechos de los Apóstoles, así lo indican. Son los cristianos los que desde entonces cuidarán de los demás como de sí mismos.
Pero hay algo más que subyace en esa predicación de Jesucristo que afectará a las tres culturas: el sentido del trabajo cristiano.
Los apóstoles eran israelitas de su tiempo, la mayoría de ellos pescadores, otros como Mateo recaudador de impuestos; algunos más ilustrados que otros, como Juan que conoce personalmente al sumo sacerdote. Más tarde aparecerá Pablo de Tarso, fariseo y educado en la escuela de Gamaliel, que era tejedor de tiendas. Todos ellos dejaron su trabajo para ser “pescadores de hombres” y pasaron a formar el colegio apostólico.
Sin embargo, ya los primeros cristianos tienen un sentido específico del trabajo, distinto y distinguible de cualquier otra cultura o religión. Son ciudadanos del mundo que se saben protagonistas de la historia de la creación y que deben cuidar del jardín del Edén que se les ha dado como un don. Y saben que el trabajo es una ofrenda redentora. Es su medio de santificación.
¿Quién les enseñó ese nuevo mensaje? Sin duda, los apóstoles. Pero los apóstoles tenían los conocimientos locales de Galilea. Entonces ¿quién les enseñó a los apóstoles este nuevo mensaje? Aquél que pasó más de veinte años de duro trabajo con su padre José, y que será conocido como el hijo del τέκτων (traducción griega del término hebreo קָשֶׁה harash o nagar en arameo). José enseñó a su hijo Jesús las habilidades de un buen tekton.
Pero entonces ¿quién enseñó a José un oficio tan cualificado en una ciudad tan pequeña como Nazaret?
Una posible solución del puzzle se llama Jacob, el padre de José, que se desplazó desde Belén a Galilea para trabajar en Séforis, que está a 6 Kilómetros de Nazaret. (*) Es Jesús quien, viviendo en Nazaret y trabajando algunos años como nagar en Séforis, dio un nuevo sentido al trabajo humano: un sentido divino.
Por Domingo Aguilera Pascual , creador del blog www.amigosdelavirgen.org y autor de los libros “Las Relaciones de María” y “Las Relaciones de José”.
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(*) Esta es una hipótesis que mantienen varios teólogos josefinos actuales, que contando con los últimos descubrimientos arqueológicos en Séforis, llegan a esta conclusión (cf. “Alfonso Gómez Fernández. Tras las huellas de José. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 2021”).
τέκτων Nota: τέκτων tiene relación con la palabra griega τεχνίτης (técnica) y su traducción inglesa (artificer, a skilled craftsman, architect ), alguien que utiliza herramientas para su trabajo. No un trabajo meramente manual. Su sentido es más parecido a architect, que a carpintero. De hecho, Jesús habla varias veces de las piedras, de los edificios como conocedor. También hace mención a la madera, “si en el leño verde hacen estas cosas, ¿qué sucederá en el seco?”.