Fr. Juan David Rodríguez: El Vía Crucis, también conocido como el Camino de la Cruz, es una devoción cristiana que conmemora los eventos del Viernes Santo, el día en que Jesús fue crucificado. Esta práctica tiene profundas raíces en Jerusalén, donde los fieles recorren la Vía Dolorosa, recordando el camino que Jesús recorrió cargando su cruz hacia el Gólgota. Una de las tradiciones más destacadas de esta devoción es el Vía Crucis dirigido por los franciscanos todos los viernes por la tarde.
¿Cuál es el origen?
Fr. Juan David: El Vía Crucis tiene sus orígenes en la época bizantina. Los diarios de viajes de antiguos peregrinos como la peregrina Egeria del siglo IV, quien llegó a Tierra Santa desde la península ibérica, nos cuenta cómo se hacía un recorrido por todo Jerusalén por los lugares por los que pasó Jesús el día de su Juicio y Crucifixión en Jerusalén. En el siglo XVII un fraile franciscano, San Leonardo de Portomaurizio, quien vivió en Italia, promovió la devoción al Vía Crucis componiendo las 14 estaciones que conocemos hoy. Fray Leonardo quiso que en todas partes del mundo se recordará paso a paso la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y así obtener los frutos de redención que Nuestro Señor nos alcanzó a través de sus sufrimientos en Jerusalén.
¿Puede contarnos más sobre la Vía Dolorosa en Jerusalén?
Fr. Juan David: La Vía Dolorosa es un recorrido en la Ciudad Vieja de Jerusalén, que marca el camino que Jesús recorrió hacia su crucifixión. La ruta actual se estableció en el siglo XVIII y se compone de catorce estaciones, cada una marcando un evento específico en el camino de Jesús, desde su condena hasta su entierro. Estas estaciones incluyen momentos como el de Jesús encontrándose con su Madre, la ayuda de Simón de Cirene y las tres caídas de Jesús bajo el peso de la Cruz. Este trayecto recorre las calles de la Jerusalén de tiempos de Suleimán el Magnífico, que reconstruyó la ciudad hacia el 1540, y es la que vemos hoy en día.
¿Cuál es el papel de los franciscanos en la custodia de Tierra Santa y en la organización del Vía Crucis?
Fr. Juan David: La orden franciscana ha estado presente en Tierra Santa desde el siglo XIII, encargada de custodiar los Lugares Sagrados para el Cristianismo. Como nos cuenta la historia, esta Tierra Santa ha visto muchísimas guerras y destrucción. Ha habido períodos en los cuales los cristianos han sido perseguidos por personas de otras religiones, por lo que los franciscanos han tenido el papel de reconstruir, conservar y salvaguardar por un lado los lugares que tienen que ver con la vida de Jesús, Belén, Jerusalén, Nazaret, Cafarnaúm. Por otro lado, los franciscanos también han protegido y salvaguardado la vida de los fieles, los católicos que viven en Tierra Santa y todos aquellos que como peregrinos han venido de todo el mundo para visitar estos lugares.
En ese orden de ideas, los franciscanos desde el siglo XIII hasta hoy acompañan a los peregrinos en ese camino de la Cruz para que puedan ellos también venerar y orar en el mismo lugar donde nuestro Señor cargó la Cruz. Los frailes y peregrinos van acompañados por los “kawas” que, aunque hoy en día son una figura pintoresca en Jerusalén, son la guardia oficial de los frailes y fieles desde época otomana, que escoltan a todos mientras van rezando el Vía Crucis. Hoy en día es seguro ir por las calles de Jerusalén, pero hace varios siglos, se necesitaba la guardia de los “kawas” para que los religiosos y los peregrinos no fuesen golpeados por personas de otras religiones. Por tanto, muchos frailes franciscanos viven en Tierra Santa para proteger los Lugares Santos, y también para proteger y acompañar a los católicos de Tierra Santa y de todo el mundo, para que puedan ver y orar en esos lugares que fueron santificados con la presencia corpórea de Nuestro Señor, y así obtener por medio del peregrinaje, los Sacramentos y la fe, los frutos de la redención y la vida eterna que nos dio Nuestro Señor con su Pasión y Resurrección.
El Vía Crucis se realiza a las 4pm en verano y a las 3pm en invierno, desde la 1era Estación cerca de la puerta de Los Leones o Lions‘ Gate, en el Santuario de la Flagelación. Luego del rezo del Vía Crucis, en el Santo Sepulcro, que es la última estación, concluye con la procesión cotidiana alrededor de la Basílica, el Santo Calvario y el lugar de la Resurrección.
¿Cómo describiría la experiencia de participar en el Vía Crucis en Jerusalén?
Fr. Juan David: Participar en el Vía Crucis en Jerusalén es una experiencia profundamente espiritual. Los fieles, acompañados por los franciscanos, caminan lentamente, rezando y cantando himnos. En cada estación, se detienen para escuchar lecturas del Evangelio y meditaciones sobre el sufrimiento y la redención de Jesús. Esta práctica no sólo recuerda el dolor y sacrificio de Jesús, sino que también refuerza la fe y la solidaridad entre los participantes. Además de permitirles elevar peticiones especiales o acciones de gracias a Dios.
¿Cuál es la atmósfera actual en la Vía Dolorosa durante el Vía Crucis?
Fr. Juan David: Actualmente, el Vía Crucis pasa en gran parte por el barrio musulmán de Jerusalén. Sabemos que la ciudad esta divida en 4 barrios: cristiano, armenio, judío y musulmán. Al caminar por las calles de este barrio, pasamos por delante de mezquitas, tiendas, el mercado de verduras, negocios de ropa, souvenirs, hay olor a comida, restaurantes y motos. Mientras que nos dirigimos al Santo Sepulcro, con cantos y oraciones, la gente local, entre musulmanes y judíos, no comprende lo que estamos haciendo. Nos miran con sorpresa, algunos nos gritan alguna imprecación, otros escupen al suelo por motivos de su religión, para nosotros es revivir lo que vivió Cristo el día de su Pasión: Jesús parecía un hombre como cualquier otro, condenado, nadie sabía quién era, solo lo miraban cargar con su cruz y no sabían que Él era el Mesías, el Salvador, el Hijo de Dios y Dios mismo, que murió y que resucitó aquí. El Vía Crucis en Jerusalén es unirse a Jesús en su silenciosa muerte para vivir con él su silenciosa Resurrección y Gloria.