La Cátedra de Moisés

Feb 22, 2023

“Ay de ti, Corazín; ay de ti Betsaida…” (Mt 11:21).

Mapa de Corazín. Huellas de Nuestra Fe

Con estas palabras duras, condena Jesús la dureza de corazón y la falta de fe de dos ciudades en las que desarrolló la primera fase de su ministerio público. Al volver a Galilea con sus discípulos después de ser bautizado, Jesús escoge Cafarnaúm, una pequeña aldea de la ribera norte del Lago de Genesaret, como base de su predicación. En un primer tiempo, lo vemos entrar en las sinagogas de las localidades vecinas a Cafarnaúm. Betsaida y Corazín pertenecen a este primer círculo en los alrededores inmediatos de Cafarnaúm. Fueron las primeras ciudades en oír el mensaje de salvación llevado por Jesús, pero no lo acogieron.

Unas excavaciones arqueológicas, en los años 1960, descubrieron en Corazín los restos de una antigua sinagoga, de los siglos IV y V. Son varios siglos después de la predicación de Jesús en Galilea, pero observando la gran continuidad de ocupación de los lugares sagrados, los arqueólogos concluyen que, podría haber sido construida sobre los restos de la sinagoga que Jesús visitó en sus andanzas por la comarca.

Llama la atención como, mientras que el resto de Palestina se cubría de basílicas y santuarios, cristianos, en los pueblos judíos de los entornos de Lago se dio lugar a una intensa actividad de construcción de sinagogas ricamente decoradas. Los arquitectos judíos, reusaron varios elementos decorativos que se encontraban en los templos paganos de los alrededores. En el caso de Corazín, una cabeza de medusa ornaba la fachada de la sinagoga, por ejemplo.

Medusa, frontón, y pórtico en Corazín

De todos los hallazgos arqueológicos, el más destacado resulta ser una piedra cuadrada, tallada en la roca volcánica negra, típica de los entornos del Lago. Lleva una inscripción dedicatoria en arameo en honor de un generoso benefactor de la comunidad llamado Yudan, hijo de Ismael. Ubicada justo a la derecha del arca santa – una especie de armario que contenía los rollos de la Ley – esta piedra tenía sin dudas un valor sagrado especial. Esto hizo pensar a los especialistas que se trataba de la “catedra de Moisés”, una silla ceremonial simbolizando la autoridad del que transmitió la Ley de Dios al pueblo de Israel.

Cátedra de Moisés. Museo de Israel

En una ocasión, Jesús se refirió a esta cátedra:

“En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen.” (Mateo 23,2-3)

Con estas palabras Jesús afirma que los fariseos representan la doctrina ortodoxa en el judaísmo de su época, aunque sus palabras no estén respaldadas con hechos. A la diferencia de los saduceos, los fariseos creían en la resurrección de la carne y en los ángeles.

Después de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d. C., los rabinos recogieron la herencia de la doctrina de los fariseos. Para suplir a la ausencia del culto, los rabinos contribuyeron al nacimiento de un judaísmo en el que la lectura de la Ley sustituía los sacrificios. Así, la sinagoga llegó a ser el centro de este nuevo judaísmo. De una simple aula de congregación en la que se leía la Ley, la sinagoga se transformó en una casa de oración, en un espacio de un culto más interiorizado que las ceremonias del Templo, hasta tal punto que el Talmud lo califica de miqdash me’at, es decir de “templo pequeño” (Megilah 29a).

Símbolo de esta nueva centralidad de la lectura de la Ley, se añadió en algunas sinagogas de Tierra Santa, como la de Corazín, una silla vacía representando la autoridad de Moisés: la cátedra de Moisés. Quizá el escultor renacentista Michelangelo tenía esta silla en la mente cuando esculpió su famoso Moisés sentado con las tablas de la Ley apoyadas sobre su rodilla.

Por Henri Gourinard

Moisés. Michelangelo

 

 

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