Jesús vivía a menos de dos horas de camino de la capital de Galilea, una ciudad llamada Séforis. Esta ciudad había sido destruida por los romanos cuando Jesús era probablemente un niño. Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande y tetrarca de Galilea y Perea, decidió reconstruirla. La nueva y espléndida ciudad era la “joya de Galilea”, tal y como la describe Flavio Josefo, por detrás solo de Jerusalén, como sugieren algunos investigadores.
La reconstrucción de Séforis, una empresa urbanística sin precedentes en Galilea, tuvo lugar durante la juventud de Jesús. Es de suponer que atrajo mano de obra de las poblaciones vecinas, trabajadores como Jesús y su padre, José. La palabra griega tekton que describe su profesión tiene un significado amplio. Significa artesano o constructor, y no está limitada a la traducción tradicional de ‘carpintero’.
Por lo tanto, podemos imaginar que Jesús y José establecerían lazos profesionales y comerciales con Séforis, una ciudad helenizada de decenas de miles de habitantes, entre los que se contaban tanto judíos como gentiles. De estilo greco-romano, la urbe contaba con su foro, centro de comercio y negocios, edificios civiles, calles pavimentadas y aceras, quizá un teatro…
Sin embargo, Antipas evitó edificios públicos que ofendieran la moral de la predominante población judía, como los baños, gimnasios, templos de dioses paganos o representaciones humanas en esculturas o relieves. En cambio, en esa época, encontramos una piscina de purificación judía.
Algunos investigadores sugieren que la apertura de Jesús a todas las gentes durante su ministerio público tiene que ver con su conexión con Séforis. Podemos imaginar que quizá tuvo sus proveedores y clientes allí, que fue al mercado o que incluso pudo haber trabajado en los proyectos urbanísticos de la ciudad. Así, conocería a gente y se haría amigo de todos; judíos y gentiles, locales y extranjeros, ricos y pobres.
Referencias:
- In the Footsteps of Jesus, Jean-Pierre Isbouts
- Jesus and Sepphoris, Shirley Jackson; Journal of Biblical Literature, Vol. 45, No. 1/2 (1926), pp. 14-22